viernes, 30 de noviembre de 2007

Déjame

El grito de dolor
se desvanece
entre las claras
entrañas de la aurora,
bálsamo el sol
con ígnea voz
le aplaca,
el oscuro pesar
que lo devora.
Vengan a mi
trazando con sus rayos
el enérgico don
que me regalas,
ilumíname Dios
abre la puertas
que lo conducirán
ansioso
al manso río,
donde su sed
encontrará la calma.
Y beberá
en mis ojos
la dulzura.
que quedará
atrapada entre su alma.
Déjame ser
fértil abrevadero,
ardiente luz,
camino sin escollos,
déjame ser...
en el inmenso mundo
el dulcísimo cenit
de su esperanza.